Esta no es una
historia de sueños y realidades, es la realidad y los sueños juntos, haciendo
historia. Reproduzco íntegramente dos textos publicados por Jorgito, Jorgito
por Cuba, en su Blog, los que yo sin su permiso los uno, pero que estoy seguro no
me lo criticará, y que describe en su conjunto el desmentido real sobre la
insuficiencia o incompetencia del modelo socialista de la Cuba donde nacimos,
Jorgito y yo, con algunos años de diferencia por supuesto. Yo conocí en carne
propia siendo un niño una primera impresión del significado sociedad capitalista, que intentaba ocultar la
realidad de un neocolonialismo feroz, que por adición se utilizó para ser “perfeccionado” y extender su práctica en América Latina. Premonitoriamente, nuestro José Martí,
advirtió de ese peligro y los patriotas de entonces, o no entendieron o
prefirieron algunos de ellos hacer lo que se nos imponía como nación y no lo
que Martí nos llamó a construir.
“… ya estoy todos
los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo
entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con
la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y
caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice
hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como
indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…”.
José Martí, Carta a Manuel Mercado.
Por Lic Elio Raúl García Reyes.
Extraído del Blog de Jorge, Jorgito por Cuba
Luego de años de intensos tratamientos de rehabilitación para superar una grave parálisis cerebral, matriculé la carrera de Periodismo en la Universidad Ignacio Agramonte de Camagüey.
De cómo sucedió este milagro y de cómo percibo la realidad en Cuba y en el mundo a través de diversos temas sobre los cuales escribo trata este Blog que espero sea de su agrado visitar.
Un secreto “público” para compartir: buena parte de la inspiración para alcanzar mis metas, la encontré en la historia de Cinco héroes cubanos, que guardaron injusta prisión en cárceles norteamericanas.
Mis
padres crecieron a muy pocas cuadras de distancia, en un poblado nombrado
Cándido González, en el municipio Santa Cruz del Sur, luego de alimentar
una relación que comenzó cuando ambos eran muy jóvenes, se unieron en
matrimonio el 15 de septiembre de 1991, después de haber cumplido determinados
compromisos familiares consistentes en cursar estudios universitarios y
terminar la carrera de Filosofía e Historia, mi mamá Marta Julia
Belisario Hernández y de Licenciatura en Derecho mi padre Jorge Enrique Jerez
Tejeda.
De esta unión, el 8 de marzo de
1993, nací, medía 51 cm de largo, y pesé 7 libras con 2 onzas. Se
cuentan que durante el primer trimestre del embarazo mi mamá se mantuvo
bajo peso, pero luego manifestó un embarazo normal y sin trastornos, sin
embargo, a las 48 horas debuté con un íctero fisiológico agravado, que exigió
para su control la realización de dos exsanguíneos, transfusión, o cambios de
sangre, para bajar las cifras de bilirrubina que eran muy altas.
Acompañó a todo este cuadro,
una infección generalizada, producida por un germen que se aisló – denominado
Klebsiella- con ella las primeras manifestaciones de daños neurológicos.
Permanecí varios días en terapia intensiva y luego en la sala d neonatología.
Al salir de la sala de
neonatología del Hospital Eduardo Agramonte Piña, mis padres fueron remitidos a
la consulta del Doctor Luis Pérez, para que el mismo evaluara la conducta a
seguir, en la consulta el Dr. les explicó que había padecido una
Parálisis Cerebral Infantil y que mi desarrollo no sería igual a los demás
niños, en aquel momento la noticia produjo un efecto doloroso, pero la
convicción de una estimulación temprana, y un adecuado tratamiento de
rehabilitación serían la nueva luz de esperanza en mi futuro.
Al transcurrir un pequeño espacio
de tiempo se observó que no me movía en mi cuna como los demás niños, no
tenía movimiento en mis extremidades, incluso, no levantaba la cabecita para
anunciar que ya había despertado, tal era la afectación que no podían cargarme,
no sostenía mi cabeza, el esperado balbuceo no aparecía, y luego los
cortos pasitos tampoco, sufría una cuadriparesia espástica. Mis padres
acudieron al Hospital Neurológico en la capital de Cuba, allí se ratificó el
diagnóstico inicial y se insistió en que la estimulación temprana y la
rehabilitación serían determinantes para mi posterior desarrollo.
Continuaron los ejercicios para
el sostén cefálico pero como había explicado el especialista, para avanzar,
tenía que lograr dominar y controlar mi cabeza. Mi mamá y yo ingresamos en el
Hospital Julio Díaz, el tratamiento debía ser fuerte. A los 26 meses, de
intenso batallar, en el Julito Díaz y en el departamento Provincial de
Rehabilitación, dominaba y sostenía mi cabeza y de allí comenzó una
larga y más difícil carrera para lograr fortalecer mi tronco y con ello
instaurar el patrón para sentarme.
También, contrario a otros
niños, el babeo, y otras manifestaciones que debían desaparecer, se mantenían,
y eran constantes, al punto que cuando al año de nacido, se me aplicaron
algunos exámenes para comprobar mi desarrollo psicomotor, y la psicometría
rebeló, que mi desarrollo en este orden, era de un menor de 4 meses. La demora
para ir logrando vencer los obstáculos y que caminara, parecía algo
inalcanzable, hasta el día que comencé a caminar solo, sin ayuda del andador.
Luego de alcanzar la meta
consistente en que caminara, el próximo reto, que impuso, el Dr. Luis
Pérez, los demás especialistas, y mis padres, fue lograr su plena inserción
social, en ese sentido, con 5 años de vida, fui incorporado a la
Escuela Especial del Lenguaje, Enrique José Varona, allí fueron esenciales los
ejercicios de logopedia, para atender las barreras que imponía mi disartria.
Junto a la rehabilitación
diaria, en este período jugó un papel, muy importante las clases de música, que
me impartió una gran maestra Martha, que a esa temprana edad, según dicen
me despertaron muchas neuronas dormidas, me ayudaron a perder el miedo
escénico, y a desenvolverme en público.
En esta escuela comenzaron las
clases de computación, con una máquina que me entregaron para desarrollar esta
ciencia en la que según mis profes tenía habilidades especiales. En
segundo grado transité a la enseñanza regular, hasta el Sexto Grado.
Paralelo a esto fui matriculando en diferentes cursos impartidos en el Joven
Club de Computación. Al principio iba con mi mamá, luego mi papá me dejaba y al
terminar me recogía. La computación entró en mi sangre de un modo que jamás he
podido apartarme de ella.
La Secundaria Básica
Urbana, la cursé en la Noel Fernández, de esta ciudad, obtuve excelentes
resultados académicos y participé en representación de mis
compañeros en el Cuarto Congreso Pioneril. La enseñanza PRE Universitaria la
inicié en un centro deportivo, la Escuela de Superior de
Perfeccionamiento Atlético Inés Luaces, en la especialidad de Ajedrez, allí cursé
el 10 y 11 grado, porque el 12 lo concluí en el Instituto PRE Universitario
Urbano Álvaro Morell, terminé con 99,87 de promedio académico y fui
seleccionado el alumno más integral. Hice las pruebas de ingreso para ingresar
a la universidad, obtuve 69 en matemáticas, y 11 en Español y en Historia. Se
me asignó la carrera de periodismo.
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sus impresiones con Jorgito, en Jorgito por Cuba