sábado, 11 de agosto de 2012

Parecidos y diferencias.

Ayer comentaba parecidos y diferencias. Hoy sigo con lo mismo y no es obsesión. La cosa viene incluida dentro de las noticias. ¿En qué se diferencian Condoleeza Rice y la Hillary Clinton? Es sencillo, a simple vista, frente a los ojos de uno está: el color de tinte que usan para el cabello. Porque por lo demás, y eso también está ante los ojos de todos, las dos no pueden ser más fundamentalistas. Lamentablemente el imperio decadente ahora le ha dado la manía de asignar la tareíta de la diplo-(espionaje-campaña mediática-agresión)-macia (Nota del Redactor: lo del medio está incluído en el paquete.) a la mujer. Nosotros, que siempre esperamos encontrar en la mujer ese amor de madre, esposa, amiga, colega, hermana, hija, gobernante, abuela, ahora nos encontramos con estas pichonas de lobo, corazones de piedra que huelen a Channel 5 y almas de piratas contemporáneos que no usan sables sino Tomahawks, agazapadas unas veces, vociferantes otras, agitando sobre el mundo el fantasma de la guerra. Claro que sabemos que ellas, y los otros también, presidentes, vices, congresistas, y los nuevos aspirantes son lo mismo: nada, simples ejecutores del "establishment" que se enquistó en esa nación casi desde su fundación. ¿Y el pueblo norteamericano? Bien, gracias. Sufriendo la mayoría de ellos, la inmensa mayoría, (The 99 %) también los designios turbios de sus gobernantes. Discutiendo durante años unos centavos para su asistencia médica mientras se gastan miles de millones en la carrera armamentista y las guerras. ¿Hasta cuándo será eso? Bueno, quizás y eso esperamos todos, que cuando se culmine la urbanización de Marte, el gobierno se vaya allá... y se queden. Y lo peor, amigos, es que todas esas porquerías las hacen nada más y nada menos que en nombre de Dios.

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