Por: Lic. Elio
Raúl García Reyes
2017 09 23 - 01:26
2017 09 23 - 01:26
Eso de que todo hombre tiene un precio es una
de las peores babosadas que he leído en mi vida.
Nadie tiene un precio al nacer, tiene sí, un
valor, el valor de ser humano. Los años de vida, principalmente regidos primero
por los padres, a los que después se suman maestros, amigos, vecinos, conforman
las vivencias y experiencias de lo que vamos siendo y seremos en el futuro, una amalgama de aspectos de las personas que se cruzan casualmente o por largos períodos con el nuevo ser humano.
Cuando los padres y todo el círculo que rodea
al individuo le enseñan a ser egoísta, a considerar más el tener que el ser, a
que hay que conseguir, sobre todo lo material, a toda costa y a cualquier
costo, y pasando por encima de cualquiera, sin importar quién es, no es extraño
que semejante educación culmine con una persona proclive a hacer cualquier cosa
por lo que le enseñaron se considera el éxito, casi siempre y exclusivamente lo
material.
Y es ahí donde ese ser, que pudo ser noble y sano
moralmente, da el traspié y acaba siendo un corrupto. No lo busquen en la
política solamente, no lo busquen en la gran empresa solamente, lo pueden
encontrar donde quiera, pues es un producto de la sociedad, un producto en mal
estado, pero es un producto de la sociedad.
Y todos los ciudadanos somos producto de la
sociedad en que vivimos y las reglas oficiales pero también las tácitas que
impone la conducta general de todos en conjunto. Tu
vecino ha sido como siempre tan pobre como tú, pero de buenas a primera pues
donde había una casita de 3 cuartos y una planta, ahora hay un edificio con
apartamentos para rentar. Te preguntas, ¿de dónde sacó la plata? Y no consigues la respuesta pues la forma en
que lo consiguió no es para ponerla en primera página de todos los periódicos.
Tu vecino hasta ahora parecía un tipo normal, pero ha “progresado” y no sabes
ni sabrás cómo. Hasta que un buen día,
si se pone fatal, llega un carro de la policía, y sale de su casa esposado, y
en la televisión con su cara borrosa, hablan de Juan T. y tú sabes que es
Juanito, el mismo tipo que se sentaba en el pupitre al lado del tuyo.
Lo mismo un tendero, que la costurera, que el
maestro, que el taxista, cualquiera puede ser de los que venden su alma al diablo
por un objeto material, que solo puede ser pagado haciendo trampas. Cuando tu
tendero te da 430 gr en vez de la libra completa, cuando la costurera te cobra
por poner una cremallera que “recuperó” de otra prenda, o el maestro le pide a
los niños que le "colaboren con el refrigerio", o cuando el Alcalde
se gasta la plata en payasadas en vez de adoquinar las calles o mantener
funcionando los colectores de aguas servidas, y el empresario que le debe
suministrar los equipos o materiales le ofrece “por debajo de la mesa” un pago
para que le compre a él, estamos viendo, sintiendo y sufriendo la corrupción.
Se vale todo. La diferencia está en la cantidad, unos estafan unos centavos y
otros millones de dólares, pero ambos, sin duda, son un producto, en mal
estado, y su presencia y actuación sigue dañando a la sociedad.
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