viernes, 29 de septiembre de 2017

El extraño caso de los diplomáticos sordos y la manida estratagema de armar escándalo del Dpto de Estado USA.

Por Lic Elio R. García Reyes
2017 09 28 22:50
Vuelve a ser “noticia” las supuestas afecciones que algunos funcionarios de la Embajada de EU en La Habana dijeron tener y junto a la alharaca formada, que generó la expulsión de funcionarios cubanos en la Embajada de Cuba en Washington, también se le suma el show mediático de los medios de prensa torcidos. Leo ahora que, como era de suponer conociendo la pulcritud rayana en lo exagerado de las autoridades cubanas respecto a ese enclave en La Habana, el Ministro de Relaciones Exteriores se ha reunido con el Secretario de Estado rechazando las declaraciones irresponsables y las sanciones a funcionarios cubanos.
Espero también con ansiedad que nuestras autoridades y los entes competentes relacionados con el tema hagan la investigación pertinente, sea este las sugeridas por Washington, que se trata de “armas” sofisticadas propias de los cubanos, o como se ha pretendido también hacer creer, es un “ataque” de Rusia, dejando la duda si fue “por su cuenta” o si el Estado Cubano le “pidió a los rusos” que dejara sordos a unos empleados de esa embajada.
Todas esas “hipótesis gringas” lo que pretenden es soslayar algo que hasta el gato sabe: Ese edificio tiene en su interior tanta tecnología de espionaje, tanto aparato listo para saber hasta cuando tiran del drenaje del sanitario en cualquier parte de “este oscuro rincón” del planeta llamado Cuba, que es más posible que ellos mismos se hayan enfermado sin saberlo. Un detalle que extraña, ese tipo de arma, que por cierto Washington empleo en Venezuela cuando el golpe de estado a Chávez, precisamente contra la Embajada de Cuba en Caracas, no parece ser “selectiva”, para ponerlo en español, cuando la aplican afecta a cualquiera ser viviente que esté en su rango.
A menos que los gringos hayan inventado una donde se ponga en una pantalla el nombre y apellido, estatura, peso y número de teléfono del que se va a “perjudicar”. Aunque ya han hecho esa “justicia selectiva” con sus drones, que ponen en una caravana de 5 carros, justo en el que viaja el “blanco a eliminar” el cohete.
Lo cierto es que en este caso también se cumple la máxima muy usada en Cuba: “Es más fácil atrapar a un mentiroso que a un cojo”.  Las autoridades estadounidenses durante años, demasiados, han inventado decenas de patrañas acerca de nuestro respeto probado y comprobado de la Convención de Viena relativa al tema, mientras que hasta el más ignorante del planeta sabe de los cientos y miles de veces que los EU han hecho cosas peores contra Cuba sin siquiera ponerse sonrojados.
Al menos Cuba jamás ha volado un barco norteamericano con armas para su defensa, como pasó con el vapor La Coubre, con el saldo macabro de posiblemente 100 vidas, y digo posiblemente pues la magnitud tanto de la primera explosión como la segunda, generó desaparecidos cuyos cuerpos nunca pudieron ser encontrados, así como más de doscientos heridos; ni ha creado Cuba un virus que ataque y destruya toda la masa porcina del país, ni ha regado fósforo vivo en una escuelita para parvulitos en Nueva York, ni ha intentado más de 600 veces sacar de este mundo al Presidente de los Estados Unidos, a pesar de haber ganado casi todos ellos méritos suficientes para ello. Ni un solo hotel ha tenido que lamentar la muerte de algún turista por una bomba puesta por un mercenario con el pago de 500 dólares. Y esto es solo una pequeña muestra de su accionar agresivo.
Así que sin dudas estamos nuevamente ante el reprise de aquella película Who framed Roger Rabbit? (¿Quién le puso la trampa al Conejo Roberto?) Solo que esta vez mejor deberían buscar al culpable en el Despacho Oval de la Casa Blanca o en Langley, aunque no tengan mucho éxito, como le pasó a Bush cuando intentó “encontrar” las armas secretas de Hussein, y aunque nunca apareció ninguna como el mismo Bush admitió en tono de burla, lo mandaron al más allá y hasta hicieron un video.

Esta es una nueva vuelta de tuerca al desprestigio que gozan las autoridades norteamericanas que actúan como la gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. 

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